Vincent Munier
El proyecto surgió del deseo de combinar fotografía, narración e imagen fija. Al principio, era un proyecto muy artesanal cuyo objetivo era crear un libro-DVD, puesto que había ido reuniendo bastantes archivos sobre animales durante mis seis viajes anteriores al Tíbet. Descubrí a Marie Amiguet en La vallée des loups y me encantó su enfoque y su mirada. Buscaba a alguien que filmara de cerca Sylvain Tesson de una manera lo suficientemente discreta como para poder captar las emociones más sinceras. Ya había hecho documentales con anterioridad y la idea de concebir puestas en escena no me gustaba, así que la película se filmó de manera extremadamente natural. Poco a poco, al ver lo que filmaba Marie, nos propusimos elaborar una película más ambiciosa. Marie tomó las riendas del montaje, que ha llevado dos años hasta dar con la forma actual de la cinta.
Marie Amiguet
Los diálogos no estaban escritos. No conocíamos a Sylvain y ni siquiera me atrevía a filmarle; es alguien a quien admiro muchísimo y me sentía incómoda al poner la cámara entre él y Vincent. Yo iba siguiendo su ritmo sin adelantarles con una cámara pequeña en la mano y un solo objetivo... Para dar con una narración que se ajustara a nuestros valores y reflejara nuestros sentimientos, tuvimos que extraer el elemento esencial de todos los momentos espontáneos que rodamos y hacer una criba entre las escenas de aventura y de reflexión filosófica, y las relacionadas con lo que queríamos transmitir como activistas. Por eso el montaje fue muy complejo, casi una tortura.
Vincent Munier
No somos actores, pero Marie consiguió captar nuestras emociones, especialmente al final de la película. No sobreactuamos; como el leopardo, nuestras emociones logran integrarse en el paisaje hasta fundirse con él. No obstante, allí sentíamos una presión muy fuerte al enfrentarnos a condiciones extremadamente difíciles, pero esto no cambió nuestro comportamiento con respecto a la película. La mirada de Marie penetraba en nuestro interior y veía más allá.